sábado, 6 de enero de 2007

Eduardo Marchesi Butler





El hijo menor de José María Marchesi Oleaga y Clementina Butler Arias fue Eduardo Marchessi Butler, cuyo nombre viene de su tío Eduardo Butler Arias; nació en Palma de Mallorca el 1 de abril de 1858, siendo su padre Capitán General del Archipiélago.
Era un hombre de rostro fino, rectangular y dulce; con los ojos claros; amable y cultivado, un gran lector, sobre todo de libros de historia. Un gran organista, hasta el punto de dar conciertos para los Reyes. Tampoco volvió a tocar el órgano, pero era un apasionado melómano.

(Prisionero de guerra)

Había sido Alférez de Caballería, en el Regimiento de Húsares de la Princesa, con diecisiete años. Su padre lo reclamó como nuevo Ayudante de Campo, después de serlo sus hermanos mayores. Ese mismo año de 1875, el 31 de agosto, hallándose su unidad en Agramunt, fue sorprendida y atacada por las tropas carlistas, y sus integrantes fueron hechos prisioneros. Él mismo lo contó así a su madre:

“Camprodon 7 de Setiembre

“Mi queridisima mamá: supongo con el cuidado que estaran Vs. no habiendo recibido carta mia en estos dias estando como estoy, pero no deben tener ningun cuidado porque estamos en estas que es el deposito de prisioneros y plaza neutral, y no hay miedo á que vengan columnas ni de una parte ni de otra.

“El dia sorpresa nuestra qe fue en Agramunt estabamos el escuadron nuestro otros dos de Cazadores de Alfonso 12, y dos compañias, de los cuales solo hemos caido prisioneros un comandante de cazadores y todos los oficiales del escuadron, que en total entre todossomos unos 107 soldados tanto del Regtº como de cazadores e infanteria, nosotros nos defendimos los cinco oficiales con unos 10 soldados en la posada donde estabamos alojados y (por cierto fuera del pueblo,) cuatro horas quedando sanos 9 nada mas y habiendose herido un oficial, muerto un cabo, y otros dos soldados (ilegible); el capitan mando fuera los caballos que se soltaran y pudieran llegar a Zaragoza? donde estaba el brigadier; la infanteria con los otros dos escuadrones que estaban alli alojados se hicieron fuertes en la iglesia que es de piedra y asi pudieron (ilegible)”

Tambien escribió a su tío materno Don Juan Butler Arias, Intendente General del Ejército, residente en Barcelona:

“Camprodon, 9 de Setiembre.

“Mi querido tío: recibí la suya con la mayor satisfacción, tanto por tener noticias suyas, cuanto por las noticias consoladoras por la libertad de mis compañeros y la mía, que es lo que pedimos á Dios.
“Ya supongo sabra como fuimos hechos prisioneros, pero por si á caso careciera de algunos de ellos le daré algunos detalles.
“A las cuatro de la mañana del dia 31 fuimos sorprendidos por las fuerzas que manda Castell compuestas de cuatro batallones dos piezas y 400 caballos, preveiendo que algun dia nos sucedería lo que desgraciadamente tenemos que lamentar, nos quedamos nosotros y el capitan en la posada con una guardia de 10 hombres con la que nos defendimos cuatro horas, hasta que quemada la casa y heridos cinco hombres nos vims precisados á reducirnos a un cuarto donde asaltada la casa por cuatro compañías nos cojieron prisioneros bajo palabra de honor de respetar las vidas.
“Como compañeros y gran (…?) Nosotros nos encontramos bien y animados, con recursos de dinero hasta el dia 29 si para este dia, no tenemos la suerte de ser canjeados (…) necesidad de mandarme algun dinero, que no quiero molesta. Ahora por no ser necesario y tener los compañeros, por quienes lo mismo que por mi influira lo que pueda por que se actibe el canje, y marchar á Madrid á reorganizar de nuebo el escuadron y marchar á campaña que es lo que desea todo oficial pundonoroso y que profese principios militares.
“De V muestras de agradecimiento á mis primos, por su continuo recuerdo por mi, y V reciba un abrazo muy fuerte que le dará á mi tia y V sabe le quiere su sobrino
“Eduardo
“Mis compañeros jefes y oficiales me encargan salude á V en su nombre y agradecen cuantas pruebas hace en fabor de su libertad.
“Nos encontramos prisioneros el Comandante Antonio Moron de Alfonso 12 Capitan Francisco Jaquetot, Teniente Francisco Lerma, idem Ingnacio Martin Cadrano, Husares de la Princesa.
“Teniente de la Reserva de Requena Francisco Brotons Mora, si el canje va á ser para mi solo, no quiero que se verifique, pues quiero seguir la suerte de mis compañeros.
“Esta carta quisiera la mandará á papá y antes un parte diciendo que estoy bueno”.

El jovencísimo Alférez de Húsares, escribiendo esta admirable carta, sabía que sería fácil conseguir su rescate, por ser hijo del Teniente General Marchessi; pero a la vez se encontraba en la difícil situación de tener compañeros menos favorecidos y de no querer perder ese puro compañerismo de los militares en guerra que sentiría todavía con mayor intensidad por ser muy joven.
Se adivina en su carta que su relación familiar hizo que tuviera que interceder por sus superiores, el Comandante, los dos Capitanes y los Tenientes, comunicando sus nombres, lo que a ellos al parecer no les estuvo permitido; recibir el permiso de escribir la carta fue ya un privilegio.
Por eso, caballerosamente, se niega, y se seguiría negando, pese a algunos intentos en contra, a recibir ningún trato de favor, lo mismo que se siente obligado a enfrentarse al censor carlista con la advertencia de que, en cuanto sean liberados, todos reorganizarán el escuadrón.
No le faltaban razones para tener esperanzas. Su padre se había enterado casi desde el primer momento y, con sus 74 años a cuestas, había empezado a hacer gestiones. El mismo día 9 de septiembre en que el Alférez Marchesi escribía esta carta, dictaba otra el Inspector General de los Reales Palacios, Don Atanasio (ilegible), que decía:

“Esmo. Sr. D. Jose Mª Marchesi

“Mi estimado amigo:
“No una sino dos veces he tenido la honra de hacer presente a S.M. el Rey [Alfonso XII] los deseos de V. y de su Sra, y se ha dignado manifestarme que muy pronto se comunicarán las ordenes á Martinez Campos [Capitán General de Cataluña] para que active el Cange de los Oficiales de Húsares (…)”

Cuatro días después, el General Puñonrostro escribía desde Francia al General Marchessi, por iniciativa propia y de la Reina Isabel II, en el exilio, habiéndose enterado por su parte de lo sucedido:

“Trouville 13 Setb.

“E. S. D. Jose Marchesi

“Mi antiguo constante y querido amigo: siento el tener que escribir a V. por primera vez para cosa desagradable y que me alegrare equivocarme. Ayer nos han dicho que uno de sus hijos habia sido hecho prisionero por los carlistas: verdad ó mentira nos ha dado muy mal dia pues no hemos hablado de otra cosa. La Reina que ha tomado gran interes y que con este motivo ha hablado mucho de V. y de su muger haciendo mil elojios y ponderando sus servicios, me ha encargado sabiendo nuestra amistad, que le pregunte si es cierto: y si lo fuese, que diga a V. si quiere que jestione por su parte para su libertad, pero que sepa que le exijiran palabra de honor de no hacer armas encontra de ellos ysi faltase y le cojieran de nuevo lo pasaria mal. Si V puede jestionar para su canje, podria quedar aguardandolo con tranquilidad en la casa de sus padres el que se verificara. Dice S.M. que tiene medios discretos mas ó menos fuertes para trabajar por Vds y que se alegraria poderles ser util sirviendoles en esta ocasión, que calcula como estaran y les compadece.
“Para ganar tiempo si por desgracia fuera cierta la noticia y les combiene los ofrecimientos de la Reina (…)
“No dejamos de hablar de V. pues tambien las Zorronteguis le conocen y le estiman y la Reina está muy animada a todo lo que sea para V.”
Resulta patente la amistad de los Marchesi con la Reina, que al saber la situación se compadece de ellos y se pone por su cuenta a hacer gestiones para su libertad, imaginando un caballeresco desenlace, y muy conveniente para la familias, basado en la palabra de honor.
Los apremios eran verdaderos, porque los peligros de la situación los expuso el mismo General Puñonrostro ocho días más tarde:

“Paris 21 Setb

“E. S. General Marchessi

“Mi siempre querido amigo: no se ha aguardado a su carta que recibo hoy, para que desde luego se asegurase la vida de su hijo en cualquier contratiempo que ocurriese de estos que a cada paso ocurren en nuestro pais por la barvaridad o rencor de este ó aquel guerrillero y aun algun jefe de los de aquí o allí, y que siempre lo pagan los prisioneros que son los que ni tienen la culpa ni saben lo que ha pasado.”

Por la continuación de su carta parece verse que en la contestación de su amigo el General Marchesi se expondrían ciertas dudas o inquietudes acerca de las bienintencionadas y voluntariosas gestiones de la Reina exilada, que sin duda le tenía carño a José María Marchesi, conociéndolo desde su infancia.
“Lo que por aquí se propuso [por la Reina] y yo no quise se llevase a efecto hasta saber su modo de pensar, hera el que se constituyese prisionero bajo su palabra en Madrid al lado de su familia hasta que se le canjeara, en cuyo caso quedava libre como todos los demas. Esto nos proporcionava, primero el que estava libre de todo riesgo, segundo lo pasaria bien con Vds en vez de mal con sus enmigos y tercero que la reposicon de todo lo perdido hecho por Dª Clementina la economica, les combendria a Vds todos”
Por lo visto, la madre del joven alférez, a quien con amable ironía y total confianza llama Puñonrostro “Doña Clementina la económica”, movida por la angustia, se había precipitado a hacer grandes desembolsos, excesivos para la escueta paga de su marido, para intentar resolver de esa manera la situacion, mediante un rescate en vez de un canje. Quizá sabía muy bien la fuerza de lo económico, y supongo que con la última frase Puñonrostro se referiría a que, si todas las gestiones hechas por la Reina salían bien, los carlistas les devolverían las sumas que hubiesen recibido.
La Reina desde luego parecía un tanto picada, porque en la página siguiente Puñonrostro hacía las siguientes observaciones:
“El ofrecimiento [de la Reina] de jestionar por vias reservadas a favor de su hijo hera en atencion y afeccion a V. y Clementina. Como V. conoce no es lo mismo jestionar y exijir por una sola persona, con lo que median compromisos, hay afecciones, amistad, parentesco y todo lo que se pueda y quiera inbenta, que hacerlo colectivamente por muchos ala vez cada uno hjo de su padre y de su madre, de diferentes edades, graduaciones, etª etª pq. En el mismo caso estan todos los demas prisioneros pesentes y futuros. Sería una repulsa cierta la tal peticion pues no tendria ni el dcrecho de la contestacion, a mas que la posicion de esta Sra. [la Reina] no es para eso ni mucho menos. Sin embargo dira según m ofrece que por la parte de allá [del Gobierno] no pongan dificultades a el canje general, porque hay personas por las que se interesa en los [falta texto]
La dificultad estaba en la resolución del joven Alférez de no ser canjeado sin sus compañeros, lo que convertía el canje en colectivo y le añadía sin duda dificultades. La Reina, por otra parte, no parecía comprender que su propuesta comportba que el Alférez se viera libre y seguro en su casa, teóricamente prisionero, lo que le eximiría de volver a la guerra, mientras que sus compañeros se verían en todos los peligros.
El bueno de Puñonrostro también parecía irritado con la decisión del Alférez:
“Yo respeto y admiro la abnegación de su hijo en querer seguir la suerte de sus compañeros, pero encuentro un poco exajerado el compañerismo: si por estar el alli les aliviase el malestar, pase, pero no aliviarles y pasarlo sin bentaja pesimamente por gusto, lo encuentro un poco tonto, mucho mas en los tiempos que corremos enque estos actos de delicadeza exsagerada ni se comprenden, ni se califican como son, ni se agradecen. En fn, cada uno obra como mejor le parece y el caso presente lo resuelve V. con aprobacion del paciente.
“Repito que se dio el paso para que se asegurase su vida. No ha habido respuesta ni puede haberla, pero ya habra llegado y lo principal esta hecho. Por esta parte no tengo incombeniente de tranquilizar a Vds.”
Intervino también una amiga de los Marchesi, Corina J.C., que le decía al General: “abrigo muchas esperanzas de que pronto le tengan Vds. Otra vez á su lado, pues sé por Ledesma á quien yo di la targta para V. para un recomendado suyo que el prebítero que vió a V. ha prestado grandes servicios á la causa carlista y tiene bastante influencia en su partido y que tiene un decidido empeño en hacer á V. un servicio de tal naturaleza y crée que lo conseguirá”.

Sin embargo, la guerra estaba terminando, después de la caida de la Seo de Urgel, y la noticia de que un hijo del General Marchesi, ex Ministro de la Guerra, estaba prisionero, hizo concebir por lo visto en el entorno de Don Carlos la esperanza de hacer los últimos canjes ventajosamente.

El 16 de septiembre, Eduardo Marchessi escribió a su madre la siguiente carta:

“Camprodon 16 de (falta)

“Mi queridísima mamá; supongo tendra V. noticias mias, por el tio Juan, que es por quien tambien se de Vs. y aquien escribo siempre que puedo por ir la carta con mayor seguridad.
“Nosotros seguimos buenos, pero sin esperanza de salir de aquí lo menos en un mes, pues ayer llego aquí Puch que es el que esta encargado del canje, y solamente puso en libertad á 107 soldados pero a ningun oficial, según ordenes de Savals que creo quiere que pongan en libertad al Obispo y Lizárraga y por cuyo motivo marcha Puch á Madrid; de modo que hasta que se resuelva esta cuestion no nos dejarán en libertad. Haga Vs. lo que puedan por activar lo que será dentro de unos dias y creo se hara en consejo de Ministros.
“De comida, cama y todo lo necesario estamos bien, y solamente sufrimos moralmente como pueden Vs. suponerse.
“Mi ropa de Zaragoza manden Vs. por ella, y si pueden hacerme una pelliza mayor porque se van a llevar este invierno.
“Esta mañana vino á ofrecerse un medio pariente que es el de secretario de la Junta de canje, y creo se llama Macías y Cuenca, se me ofreció para todo lo que quisiese.
“Adios queridisima mamá de V. espresiones de mi parte á papá, y chicos y V. sabe la quiere muchisimo su hijo
Eduardo”

Pero las altísimas gestiones que se estaban haciendo a su favor, se resolvieron por parte del mando carlista pronunciándose a favor de hacer un canje particular por otro Oficial carlista, pero incluyendo en el acuerdo el del General Lizárraga por la plaza de un general liberal, que estaba pendiente de compensación.

El 29 de septiembre, Don Luis de Trelles, por la Comisión General de Canges de Prisioneros Carlistas, escribió desde Estella al “Sr.D. José de Marchesi”, poniendo los términos del posible acuerdo sobre la mesa:

“Muy Sr. mio: A su muy atenta carta de 20 del actual contesto debidamente autorizado sentando por base de que aunque están suspendidos á causa de mi destierro y en Cataluña por otras razones referentes al Sr. Lizarraga y Sr. Obispo de Urgel, mis superiores han accedido á mi ruego en lo tocante á su hijo de V. D. Eduardo, facilitándole desde luego un canje particular bajo la condición de entrar enéste el General Lizarraga, por quien se dará un recibo de General que posée el General Tristany al paso que por su hijo de V. se dará un Oficial Carlista que se señalará.
“Yo creo que el jóven Alférez de Caballería no ha de negarse á la instancia de V. para su canje individual bajo dichas bases, pues si mantuviese su resolucion en no canjearse sin los compañeros, V. conoce mejor que yo que el negocio se hace difícil, aunque yo fiel á mi alabra no he de escusar ninguna dilignia que conduzca á s cumplimiento en todo lo que alcance mi libertad de hcerlo (…)
“Sirvase V. acercarse al Gobierno transmitiéndole la propuesta que me ordenan hacerle y a su vez decirm lo que gste para continuaren este asunto con el interes que lo he comenzado”.
En otra carta, Luis de Trelles añade expresivamente:
“No puedo hacer mas pues si estubiera á mi alcance ya lo tuviera V. en casa porque tanto y mas merece lo bien que V. se condujo con los vencidos en la época en otra carta mía citada.
“Conozco lo que es un padre y hago lo que desearía que hiciesen conmigo en caso parecido y por lo mismo seré dichoso si hacemos algo”.

Encuentro en “La Ilustración Española y Americana”, número XXXII, del 30 de agosto de 1875, un relato de “Flavio”, firmado el 29 de agosto:
“Los defensores de la fortaleza de la Seo de Urgel se han rendido al General Martínez Campos (…); el 22 se apoderaron de Castell-Ciutat los bravos cazadores de Manila (…) el 24, los soldados carlistas,al parecer insurreeccionados, pidieron suspensión de hostilidades al titulado General Lizárraga, jefe superior de la defensa, y éste la pidió también al General Martínez Campos (…); el 26, a las seis de la tarde, se firmaron , en fin, los preliminares de la rendición (…) quedando toda la guarnición prisionera de guerra con sus jefes Lizárraga y Caixal, obispo de Urgel”.
El General Lizárraga fue uno de los más importantes jefes militares de la Tercera Guerra Carlista; el Obispo de Urgel, de 72 años entonces, Príncipe de Andorra, había sido Senador del Reino y uno de los padres conciliares del Vaticano I, señalado por su antiliberalismo; Urgel fue el último reducto de Don Carlos VII en España.
El 2 de octubre de 1875, todavía el General en Jefe del Ejército de Cataluña escribió al General Marchesi que sentía que “no hayan dado resultado las diferentes gestiones que se han hecho para el cange de prisioneros privandoes esto de la satisfaccion de tener á su lado a su hijo”.

La cuestión estaba en que el joven Alférez de dieciocho años siguió negándose al parecer a aceptar un canje particular, por lo que no se podia efectuar el pretendido con el General Lizárraga y el Obispo de Urgel.
La salida de la situación fue por elevación. Había demasiadas y demasiado altas gestiones en el aire (la Reina Isabel II, el Rey Alfonso XII…) por lo que era imposible dejar de hacer algo, y al final el Pretendiente Carlos VII y el Gobierno español acabaron resolviendo un canje general del General Lizárraga, carlista, y sus Ayudantes, al Obispo de Urgel, Don José Caixal y Estradé, que había capitaneado también la defensa y unos 300 de sus hombres, junto con unos pocos prisioneros más, en Cádiz y en Mahón, que acabaron beneficiándose del canje por los seis prisioneros que quedaban de Agramunt.


El 8 de octubre de 1875, el Capitán General de Cataluña, Arsenio Martínez Campos, escribió de su mano la siguiente nota:
“E.S.D. José Marchessi.
“Barcelona 8 Ute? 1875
“Mi respetado General:
“Mañana ó lo mas tarde pasado saldrá para Manresa unos 300 prisioneros de la Seo de Urgel para cangear los de Agramunt, doy bastantes mas porque en los canges anteriores quede yo debiendo y en este me han pedido la reciproca, creo que dentro de cuatro días estara aquí o en Vich su hijo de V.
“Sabe V. puede mandar a su atento amigo y subordinado q.b.s.m,
“(Firmado Arsenio Mz Campos)”

El 19 de octubre, José María Marchesi escribió el borrador de una carta a la Reina Isabel II que dice así, con letra trémula de anciano:

“Señora,
“Siempre agradecido a las bondades que V.M. me ha dispensado, la ultima recibida en fabor de mi hijo (…) mi hijo esta ya en libertad, ya no es prisionero y correrá a su puesto de honor pª continuar sirviendo a su Patria, á su Rey y Dinastia.
“Tiempo hace Sra qe pudo estar libre merced a la alta ¿Recomendación? de V.M. pº la delicadeza, compañerismo y espiritud de cuerpo no le permitieron separarse de los demas Oficiales y Tropa, quiso sufrir
“Tanto mi muger, mis hijos y yo agradecemos a V.M. los muchos (…) qe nos ha dispensado y todos juntos á el (…) pedimos al celo conserve a .M. y Real familia (…)con la mejor salud irá sus deseos”.

Se anticipaba sin embargo. El 26 de octubre, Don Cosme Puig, mediador en los canjes, al que se había referido el Alférez escribiendo su nombre como Puch, envió una nota a Don Juan Butler:

“Vich, 26 Octubre de 1875

“Sr. D. Juan Butler
Barna

“Muy Sor mio y amigo, de regreso de mi penosa escursión por estas montañas acabo de llegar con la orden de Castells para ir á recoger los oficiales prisioneros y ponerlos en libertad.
“Voy a salir en el acto y confío dentro breves días poder presentarle a Su sobrino y dar con ello un dia de satisfaccion a toda su familia
“Me repito de V S S y affº amigo
Cosme Puig”

La penosa excursión a que se refiere sugiere que pasaba entre las zonas por la montaña. De la fecha se deduce que los prisioneros fueron liberados entre fines de octubre y primeros de noviembre.

Pero, concedida la liberación, y hecha realidad, el Gobierno no cumplió uno de sus compromisos, la liberación del General Lizarraga, porque al parecer se pretendió sumariarle.
En efecto, el 4 de noviembre de 1875, escribió indignado al Teniente General Marchessi:
“Muy Sor mío y estimado amigo: despues de haber logrado con mil trabajos y sacrificios poner en libertad á los oficiales prisioneros, entre los que se hallaba su hijo, cumpliendo fielmente mis ofrecimientos, me hallo con que el Gobierno pone dificultades al cumplimiento de lo que en su presencia de V. nos prometió de incluir en el cange al General Lizárraga, y esto como V. comprenderá atendida mi situacion política me pondría en muy mal lugar por lo tanto suplico á V. me haga el obsequio de entregar lo adjunto al Sr de Jovellar y apersonarse con él, procurando que se de inmediatamente el pase a Lizarraga y a sus Ayudantes, o que sea mandado inmediatamente a Barna á disposicion del Capitan General de este Distrito para que él pueda obrar conforme crea conveniente.
“Eduardo explicará á V. las peripecias de su prision y libertad.
“Mucho desearía saber en que estado se encuentra la cuestion del Sr Obispo de Urgel, lo mismo que agradecería á V. se sirviese recordar al Sr. de Gamir que aun no han llegado de Cadiz ni de Mahon los pocos prisioneros de que le hablé y que de mucho tiempo ha estan anotados en las relaciones de cange.
“Los reclamados de Mahon son los procedentes de la accion de Chesta (…)
“Para cuanto gusten mandarme vivo en la fonda del comercio calle Zurbano”

Ese mismo día, Don Cosme Puig elevó un escrito oficial al Teniente General Marchesi, pero como Presidente del Consejo Supremo de la Guerra, en el que precisaba:

“Mi respetado General: al llegar con los últimos prisioneros del Ejército que estaban en poder de los Carlistas me ha manifestado el Exmo Señor Capitan General de este Distrito que el Gobierno le habia consultado sobre si tenia dificultad en que se enmarcase al General Lizarraga, lo cual le sorprendio según me dijo, lo mismo que a mi, despues de haber visto el telegrama y la Real órden que con fecha 8 de octubre se le habia remitido.
“Siento en el alma este incidente porque me pone en una situacion muy dificil, pues acordado con el Gobierno de incluir en el Cange al General Lizarraga, mediante la equivalencia correspondiente asi se lo manifesté á Don Carlos y en esta seguridad se dio la órden para la entrega de los prisioneros del Ejército; si ahora por hechos que según el mismo tratado de cange y siendo ¿oneros? con el Estado de guerra no dan accion contra ninguna persona en las actuales circunstancias si sumariase al General Lizarraga podria decirse que me he dejado sorprender en mi buena fé, o que he obrado de ligero, mientras que alguno no lo atribuyere a otras causas que rebajasen mi honra y mi dignidad, lo cual no puedo permitir.
“Siento tanto mas esta demora en el cumplimiento de lo que se me prometió, en cuanto al General Martinez Campos me indicó se habia ofrecido al General Lizarraga al rendirse que seria de los primeros cangeados y que por su parte si se hubiese hallado en Barcelona el dia del Cange le hubiera puesto en libertad con los demas prisioneros de la Seo mediante la correspondiente equivalencia (…)”
Añadía un memorial con unas reflexiones políticas:

“Exmo. Sor. D. José de Marchesi.

“Observaciones que desearía hiciese V. al Sr Ministro de Gracia Justicia sobre la cuestión del Sor Obispo de Urgel

“1ª La prisión del Sr. Obispo soliviantó los ánimos en Cataluña y los carlistas y los carlistas tomando muy a pechos ese asunto, suspendieron el cange de prisioneros, y pusieron como condición precisa para seguir efectuándolos el que se pusiese en libertad al Sr Obispo, por considerarlo del todo inocente del delito que se le ha imputado, mas el Sr Obispo al saber esta resolución de los Gefes carlistas ha renunciado generosamente a esta presion y pedido se separase su cuestion de la del cange de prisioneros, pues como a Prelado católico, aunque calumniado, no puede permitir que por su causa tenga que derramarse una sola lágrima.
“2ª El S Puig ha separado la cuestion del cange de la del Sr Obispo, sin renunciar por esto á hacer en su favor todo cuanto sea posible y al efecto se habló al Presidente del C. de M. y por su parte dijo que dejaba toda la cuestión en manos del Tribunal Supremo.
“Conviene al Gobierno en las actuales circunstancias descartar la cuestion por decirlo asi personal del Sr Obispo de la formación de las Sumarias simplificando asi la cuestion de competencia de los tribunales con la Curia Romana.
“Podria sin demostrar debilidad, ni rebajar al Gobierno el Fiscal del Tribl Supremo poner un dictamen que manifestando no resultando méritos contra el Sr Obispo para seguir detenido, pide sea puesto en libertad: y con el auto del Tribunal puede dejarsele libre, evitando así el escándalo y los compromisos del Gobierno.
“No puede dudarse que el Sr. Obispo es inocente, y es muy doloroso que un crimen tan nefando se siga imputando á un Prelado, en desdoro de la Iglesia y satisfaccion de sus enemigos que son los únicos interesados en proseguir adelante el escándalo que en épocas aciagas se dio con la dichosa Sumaria que suspendida por tanto tiempo, solo se habia formado con el fin de impedir que fuese nombrado Senador.
“A pesar de haber sido puesto en libertad el Sr Obispo, puede seguir la Sumaria si asi lo cree conveniente el Tribunal.
“Si se diese la orden de escarcelacion para el Sr Obispo, convendria que se hiciese sin que nadie lo supiera, y sacarle de Alicante muy sigilosamente para evitar un segundo atropello”.

En el antepenúltimo párrafo es meridiana la alusión a la masonería, el enemigo de la Iglesia y confirma indirectamente que el Teniente General Marchesi no era masón.

El Obispo de Urgel, Don José Caixal i Estradé, fue obligado a exilarse y murió en Roma en 1879.